jueves, 12 de abril de 2012

Un país en verso: Nicaragua

Si el 730 fue sobre Perú, el 740 ha sido dedicado a la literatura de hoy en Nicaragua. Un número, el de febrero de 2012, que llegó al país de manos del embajador de España allá, León de la Torre, y que fue recibido por un gran número de poetas, como se puede ver en la fotografía (extraída del diario La Prensa).

El Cuaderno, como siempre está repleto de voces, poemas, entrevistas, dibujos, literatura, cultura... mucho y todo bueno. Como ni puedo ni debo colgarlo aquí al completo, sí me gustaría refrendar mis palabras con las dos primeras páginas de los Cuadernos, las que le dedica Benjamín Prado, el director de los Cuadernos a la literatura de aquel país. (Clica aquí para ver más Cuadernos)

Un país de poetas llamado Nicaragua
Por Benjamín Prado en Cuadernos Hispanoamericanos nº740


España es un país de poetas y pintores, pero no de filósofos o científicos, a pesar de José Ortega y Gasseta o María Zambrano, de Santiago Ramón y Cajal o Severo Ochoa. Los mexicanos son grandes pintores, y ahí está Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros o Remedios Varo para demosrtarlo. Argentina produce autores de relatos como Julio Cortázar o Borges y grandes psicólogos y a Colombia y Perú se les dan bien los novelistas. En Cuba y en Brasil la gente lleva la música en la sangre... ¿Hasta qué punto son verdad todos estos supuestos? Sin duda, no al cien por cien, pero sí en parte, cmo también lo sería decir que Nicaragua empieza por erre, la de Rubén Darío, y que de ahí en adelante, también es un país en verso. La lista de credenciales que presenta el pequeño país centroamericano en este terreno, impresiona: ha dado pioneros de la vanguardia como Salomón de la Selva y autores de la categoría de José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos o Carlos Martínez Rivas, y sigue disfrutando de la presencia de poetas y narradores de fama internacional como Ernesto Cardenal, la salvadoreña Clarible Alegría, Sergio Ramírez o Gioconda Belli; de nombres hace tiempo escritos en letras mayúsculas como los de Francisco de Asis Fernández y Blanca Castellón y de una larga serie de jóvenes que empiezan a dar frutos de nuevo sabor y extraordinario interés. Todos ellos, los maestros y los discípulos, los poetas, los narradores y los que hacen una cosa y la otra, se reúnen en este número de Cuadernos Hispanoamericanos que hemos hecho coincidir con una nueva edición del Festival Internacional de Poesía que se celebra en la bellísima ciudad nicaragüense de Granda y que es una fiesta de la cultura: los recitales están abarrotados de público, el gentío se reúne en las plazas públicas para escuchar a poetas venidos de medio planeta, anda por los colegios y las calles escuchando a los escritores o se acerca a la casa de Cardenal y lo reclama hasta que sale a saludar a la terraza...

Un país que supo sacar poesía hasta de sus momentos más dramáticos, durante su guerra civil, y que incluso en aquella época de la sangre fue capaz de encontrar versos entre las balas, con tentativas tan considerables como las de Leonel Rugama, a quien Rafael Alberi solía citar como la gran voz d ela poesía joven latinoamericana, o Rigoberto López Pérez, merece la paz de la que disfruta desde hace años, aunque sea teniendo que luchar con los cabos sueltos de una democracia a veces bajo sospecha y en la que muchos denuncia interminables casos de malversación, fraude y abuso de poder. Pero contra viento y marea, como siempre, los escritores nicaragüenses siguen dando ejemplos de talento y haciendo de la literatura, y muy especialmente de la poesía, su bandera. La entrevista con la poeta Blanca Castellón que incluimos en estas páginas, es un repaso inteligente y exhaustivo del ayer, el hoy y el mañana de la literatura de Nicaragua. El presente es conocido y el futuro, como se ve en la muestra que ofrece este número de nuestra revista, parece asegurado. Buenas noticias para un país que, sin ninguna duda, las necesita. Quién no, en estos tiempos.



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