viernes, 21 de noviembre de 2008

Clase magistral

Pues aquí tenéis la transcripción de la charla que el pasado miércoles Benjamín Prado dio en la biblioteca municipal Villa de Vallecas. En teoría iba a hablar de su libro, pero realmente habló del libro de todos, de la literatura. Un auténtico espectáculo de ideas y de lenguaje.

(La transcripción de su charla son 6 páginas completas. A texto corrido convierte esta entrada interminable, aunque se acaba haciendo corta, y no quiero colgarlo en varios tomos, así que he optado por colgar, en las últimas páginas imágenes, ocupan menos y se leen igual. Si alguien tiene algún problema y no puede ver las imágenes que me lo diga, que le envío el texto. Las preguntas y respuestas de los allí presentes irán publicándose, poco a poco, en el blog)

“Buenas tardes. A Manuel Vázquez Montalbán le preguntaron una vez para quién escribía y dijo que ni para los críticos, ni para los lectores, ni para los colegas... uno escribe para los patrocinadores. Las palabras de la presentadora han sido muy simpáticas, de las más simpáticas que me han dicho, y además me lo ha puesto muy fácil, mencionando a Rafael Alberti.
No sé muy bien por qué empecé a escribir, pero sí sé por quién empecé a escribir. Entenderéis, ahora cuando os lo explicó porque en la vida de un escritor, como en la vida de una persona hay algo que va mucho más allá de lo que se puede explica, vivir, resumir... y es la suerte. Cuando uno analiza la vida de un escritor a través de su obra, sus libros, puede tener la impresión de que todo ha sido muy planificado, que desde el principio uno tenía un plan y sabía muy bien desde donde y hasta dónde tenía que ir.

Pero no es así. Yo cuando estaba estudiando en el instituto, de pronto me aficioné a las canciones de Bob Dylan, aún hoy lo soy. Leía las canciones de Dylan traducidas al español, sabía poco inglés, y escribía en un cuaderno unas imitaciones baratas de las canciones de Dylan. Al día siguiente, cuando llegué al instituto, tenía un profesor que se llamaba Fernando Borlán, un poeta poco conocido, pero bastante bueno, un amante de la poesía, generador de poesía. Leyó aquellas imitaciones y me dijo ¿tú eres poeta?. Yo te recomiendo que si quieres escribir poesía, que empieces la casa por el tejado, que empieces por leer los dos mejores libros de poesía en castellano del siglo XX, que en mi opinión son: Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca y Sobre los Ángeles de Rafael Alberti.

Yo vivía en Las Rozas y esa misma tarde me fui a la única librería que había entonces allí, ahora no debe haber ni esa, y compré Sobre los Ángeles, de Alberti, y me quedé estupefacto. Porque hasta ese momento a mi ni siquiera se me había pasado por la cabeza que solo con palabras se pudiera conseguir semejante belleza, semejante impacto, a la hora de afectar a la persona que lo leía. A mi me gustaba la música, pero en la música hay vatios, hay laser, hay baterías, me gustaba el cine, pero hay efectos especiales, y chinos que dan patadas. Pero solo con palabras me causó una admiración casi infinita.

Esa misma semana, después de comer. Mi padre me mandó al bar de la esquina, a 50 metros de casa, a comprar una barra de helado. Yo subí al bar de la esquina, compré la barra de helado, me di la vuelta y allí estaba sentado Rafael Alberti. Lo que justifica que haya empezado hablando de la suerte.

Me dirigí a él y le dije, usted es Rafael Alberti. Él ya lo sabía. Le dije que había leído el libro. Me preguntó lo que me había parecido, le dije lo que me había parecido y me dijo, ¿Cuántos años tienes? 18. Pues te invito a un gin tonic. Me hubiera gustado saber a qué me habría invitado si hubiera tenido 20, a algo bueno seguro.




Y allí empezamos una buena amistad que duró 14 años, en los que yo aprendí muchas cosas porque Rafael era una persona de la que se aprendía a cada palabra que decía. Era no solo un poeta importante, era un mito civil, ejemplo de lucha por la libertad, de compromiso. Era una celebridad, ibas con él a comer y a los 10 minutos había un tumulto alrededor para que les firmase un autógrafo. Pero eso tampoco era lo más importante. Era una persona con un gusto y una vocación por la poesía verdaderamente inaudita. Y con una memoria prodigiosa. Le empezabas a leer cualquier poema que fuera de las jarchas a Antonio Machado, y él lo seguía. Se sabía toda la poesía española. Pero tampoco era lo más importante.

Era una persona que además de su importancia tenía unos lujos añadidos. Estando con él unos días comías con García Márquez, otros con Julio Cortázar, pero tampoco era lo más importante. Lo más importante para mi y lo que quiero destacar por encima de todo lo demás, es que era la persona con mayor capacidad de celebración que yo haya conocido en mi vida. Su entusiasmo por la vida, por la literatura, la alegría con la que disfrutaba cada poema, cada conversación, con cada chica... pues era un hombre con peine en el bolsillo, se le acercaba una chica a menos de dos metros, se sacaba el peine y se retocaba. Le gustaba reirse y todo lo que le gustaba era estar vivo.

Por eso escribí un poema sobre él al que llamé “El vividor” en el buen sentido de la palabra, en el malo tampoco está mal, él lo era en los dos, en el bueno y en el malo. Las cosas que aprendí de él que me gustaría tener presente cuando escribo, procuro no olvidarlas, fue el respeto enorme que él sentía hacia su trabajo. Entre los consejos que recuerdo está el día que me dijo, “mira tío, tú lo que tienes que hacer es tomarte siempre muy en serio tu obra y muy en broma a ti mismo”. Está bien, porque muchas veces ocurre lo contrario, hay gente que se toma su persona con mucha solemnidad y no parece que en su obra trabajen mucho.

Era una persona muy sencilla, muy accesible, muy acosado en ocasiones, por lo que tenía que defenderse, pero en general le gustaba estar con la gente real. Sin embargo a la hora de hablar, de trabajar sobre poesía era muy serio, no le gustaban las bromas, no le gustaba la superficialidad. Además tenía, una fe muy grande en la necesidad de la literatura. Ha pasado mucho tiempo desde que Alberti o Neruda iban por los pueblos llevando banderas, llevando gente detrás, llevando poemas que también podían ser discursos poéticos, mítines. Estaban en lugares muy en primera fila de los acontecimientos.

Hay quien piensa que la literatura es puro opio, pura estética, pura belleza, pura estética. Yo pienso que es algo más. Me interesa mucho más la literatura que es capaz de comprometerse con la realidad, desde el punto de vista libre del escritor, me interesa la literatura que da opiniones, que no se conforma con las verdades globales, que son las que más afectan en este mundo.
Creo en una literatura que considero un arte marcial, un arma defensiva, porque vivimos en un mundo en el que se habla todo el rato de temas como las corrientes de opinión, la corrección política, el pensamiento único, que me parece más deseable para los orangutanes que para las personas. Uno debe luchar en la vida por tener un pensamiento propio, por ser capaz de elaborar ideas personales, maneras personales de equivocarse, si me apuráis. Contra todas las manipulaciones, invasiones, de la realidad en la vida de las personas, contra todas esas corrientes que no nos dejan nadar, que nos arrastran a todos por el camino de las mayorías políticas, de las mayorías económicas. La única manera de oponerse a ello es a través de la inteligencia y no creo que haya un camino hacia la inteligencia mejor que el camino que te ofrece la literatura, un camino mejor que te ofrece la poesía.




Solo tenéis que pinchar en la imagen para ver el texto completo y ampliado.Cuando hayáis leído cada página dadle a "atrás" en el navegador, no cerréis la ventana o saldréis del blog. Las páginas están colocadas por órden.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Podrías colgar las páginas 1 y 2 también como fotografía? Me gustaría imprimirlo porque merece ser leído con calma. Gracias.

BEA (Bulería)

Meadow dijo...

Ya están colgadas Bea.
Un saludo

Anónimo dijo...

¡Muchas gracias!

BEA