domingo, 17 de agosto de 2008

El clic del domingo

La imagen se incluirá en breve... mientras tanto quedémonos con las palabras que según quien las escriba, como es el caso, valen más que mil imágenes.

Un beso democrático.
Por Benjamín Prado. El clic. El País.
El novelista Carlos Fuentes escribió que una pareja es un triángulo imperfecto, y sin duda el trío que forman en esta imagen el amor, la libertad y la iglesia le da la razón. Porque lo que se ve al fondo, detrás de los jóvenes que se estrechan como si todo lo que no está dentro del círculo de su abrazo no existiese, es la catedral de la Almudena, es decir, para algunos una obra de arte y para otros una fortaleza; para unos algo que ver y para otros algo que nos vigila, dada la costumbre que tiene nuestra jerarquía eclesiástica de controlar la vida civil y poner un ojo dentro de cada colegio y cada juzgado. Por eso, y dadas las circunstancias, me parece que no nos equivocaríamos si definiéramos lo que hacen esos muchachos ante la sede episcopal de la diócesis de Madrid como un beso democrático.
El templo está en segundo plano y los enamorados son los protagonistas de esta historia, pero ambos tienen la misma vocación de permanencia, porque la arquitectura es música congelada y "el amor es eterno mientras dura", según dijo el poeta Luis Rosales. ¿Cuánto lo será el de los amantes de la fotografía? ¿Por cuántas estaciones pasará su relación? ¿Saltarán del neoclásico al neogótico y el neorrománico según se construye su vida de pareja, como fue pasando la Almudena de uno a otro de esos estilos? Ojalá no, porque el resultado sería de lo más triste, como lo es la propia catedral de Madrid, con su simulacro de magnificencia y su solemnidad de imitación.

Pero conviene quedarse unos segundos con el camarero, que parece caminar hacia la pareja cariñosa con la intención de felicitarlos, por la sonrisa que le cruza la cara y por el modo en que sus manos se han quedado por un instante quietas en los bolsillos del delantal donde debe echar las monedas que le dan los clientes, lo mismo que si pensara que no hay dinero en el mundo para pagar lo que contempla ni motivo para dejar de observarlo: el que tenga sed o hambre, que espere, ¿es que no ven que hay un chico y una chica besándose? Y es cierto que toda la estampa tiene un punto de paisaje detenido, desde las sombrillas cerradas hasta las posturas algo rígidas de los demás figurantes, cuyos gestos parecen coagulados a la espera de que los amantes se suelden el uno al otro, dándole la réplica a esa canción de Bob Dylan que dice que lo único que aprendes cuando llegas al fondo es que desde ahí todavía puedes caer un poco más abajo: ellos ya están pegados, pero quieren acercarse aún más y dentro de un segundo, en cuanto el fotógrafo baje su cámara, se habrán fundido en la resta de un beso. Sí, una resta, porque los besos de verdad no suman dos bocas, sino que las convierten en una, indivisible. Y en este punto, hay que rendirse y aceptar que Neruda también definió esta foto 60 años antes de que fuera tomada: "Para mi corazón basta tu pecho / para tu libertad bastan mis alas. / Desde mi boca llegará hasta el cielo / lo que estaba dormido sobre tu alma". La catedral de la Almudena tiene seis puertas para huir del infierno. A esos dos jóvenes les bastan los labios del otro para entrar en el paraíso.

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